Vigilia de oración por el Sínodo


«Cada familia es siempre una luz, por más débil que sea, en medio de la oscuridad del mundo»


La familia es lugar de santidad evangélica,  llevada a cabo en las condiciones más ordinarias. 
En ella se respira la memoria de las generaciones y se ahondan las raíces que permiten ir más lejos. Es el lugar de discernimiento, donde se nos educa para descubrir el plan de Dios para nuestra vida y saber acogerlo con confianza. La familia es lugar de gratuidad, de presencia discreta, fraterna, solidaria, que nos enseña a salir de nosotros mismos para acoger al otro, a perdonar y ser perdonados.

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