Dame un corazón agradecido.


“Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17,19).

Jesús cura a diez leprosos 
que se acercan pidiéndole misericordia.

No sólo les devuelve la salud física 
sino una restauración en la vida social de su pueblo. 
Sólo un extranjero tuvo fe 
para reconocer la bondad de Dios que actuaba en Jesús.  
 Regresa a su presencia para darle gracias. 
Todos estamos llamados a ser agradecidos a Dios.
Si fuésemos sinceros con Dios, 
la vida no nos bastaría para darle gracias.
Gracias:
Por un nuevo despertar
Por un nuevo amanecer.
Por una nueva posibilidad en la vida.
Por la posibilidad de contemplar las flores de jardín, 
cuando hay tantos que nunca han visto una rosa.
Por la posibilidad de ver el mar.
Por la posibilidad de poder hacer felices a los demás hoy.
Por la posibilidad de poder sonreír hoy 
a los que están tristes.
Por la posibilidad de acompañar hoy 
a los que viven en la soledad.
Por la posibilidad de hacer feliz a un niño.
Por la posibilidad de hacer feliz a un anciano hoy.
Por la posibilidad de hacer feliz hoy a mi esposo.
Por la posibilidad de hacer feliz a mi esposa hoy.
Por la posibilidad de que mis hijos puedan estudiar hoy.
Por la posibilidad de tener un hogar caliente hoy.
Por la posibilidad de sentirme hijo de Dios hoy.
Por la posibilidad de testimoniar el Evangelio hoy.
Por la posibilidad de vivir el don de la gracia hoy.
Por la posibilidad de tener un trabajo digno hoy.
Por la posibilidad de poder llevar el pan a mis hijos hoy.
Por la posibilidad de poder partir mi pan hoy.
Nuestras vidas están llenas 
de ocasiones de ser agradecidos.


En el camino de mi vida 
me ofreces tu gracia salvadora.  
Abre mi fe a la confianza.   
Dame un corazón agradecido.

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