Dejémonos envolver por la misericordia de Dios



“Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mateo 11,28-30).   


¿Quién se atreve hoy a decir estas palabras de Jesús?

¿Quién tiene tanta gratuidad en su interior 
como para acoger el cansancio y el agobio 
y responder con la ternura que alivia?

¿Quién está dispuesto a unir a otros sus manos y su voz 
para formar una red solidaria 
que proclame desde las orillas de la tierra 
estas palabras de Jesús?

Voy a ti, Señor Jesús, 
con mis hermanos/as, 
que sufren el cansancio, 
la desesperación el sin sentido de la vida.

Descansa nuestro afligido corazón. 



 “Venid a mí todos los que estáis cansados 
y agobiados, y yo os aliviaré”   
 (Mt 11,28).                   

Jesús es corazón abierto, lleno de ternura.

Es fuente para nuestra sed, 
oasis en nuestros desiertos, 
alivio en las fatigas de la vida.

 La iglesia es un sacramento de misericordia.

La misericordia es el modo con que Dios perdona.

El Dios de la ternura nos enseña el lenguaje de la ternura.

Dejémonos envolver por la misericordia de Dios.

 ¡Cuánto amamos tu bondad tan buena, 
tu misericordia tan sin tasa!

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