Dios siembra en el corazón de todos.





"Salió el sembrador a sembrar" (Mc 4, 3).
 
El Reino de Dios viene de modo irreversible
y alguna vez aparecerá en todo su esplendor.
Jesús es el sembrador de esa semilla.
Jesús sale a los caminos con la esperanza
 y la alegría del sembrador.
No se acobarda ante la oposición.
Lo suyo es sembrar el reino. 

Dios siembra en el corazón de todos.
En el corazón endurecido.
En el corazón lleno de maleza.
En el corazón superficial.
En los corazones de mala tierra.
En los corazones de tierra buena.
Es decir, Dios anuncia su palabra a todos.
No importa si la Palabra se pierde.
No importa si la Palabra no da fruto.
El amor es tan generoso 
que a todos quiere ofrecer su oportunidad.

No caigas en el desánimo ni en analizar
y clasificar el campo de misión.
La semilla del Reino de Dios se pierde tan solo
cuando se queda en las manos cerradas
de un sembrador demasiado prudente y calculador.  
Nuestras tareas diarias son una forma de continuar
la siembra de Jesús, son semillas de amor y vida
que cada día se siembran en la humanidad.

Con tus dones,
siembras de semillas de misericordia en mi corazón.
Con mi vida misionera siembro de Evangelio el mundo.
 ¡Bendito y alabado seas, Señor!

"Estamos llamados a ser personas-cántaros
para dar de beber a los demás.
A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz,
pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado,
el Señor se nos entregó como fuente de agua viva.
No nos dejemos robar la esperanza!" (Papa Francisco, EG).   

No pierdas la esperanza
y sigue sembrando el Evangelio en el propio corazón.  
  
- Danos, Señor, un corazón capaz de acoger
y hacer fructificar todas las semillas del Reino
que cada día son sembradas en él.

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