Somos la nueva familia nacida del Espíritu





“El que cumple la voluntad de Dios, 
ese es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc 3,35).  
 

Jesús está en casa rodeado de discípulos 
y de gente que escucha su palabra.

Lo que dice Jesús, lo que hace, 
las personas con las que se junta, 
su forma de habar de Dios y de la familia, 
y tantas cosas le acarrean hostilidad.

Todos podemos entrar en este círculo de discípulos; 
sólo hay que disponerse, como Jesús, 
a cumplir la voluntad del Padre.

Cuando esto sucede, 
 se crean lazos de fraternidad más fuertes 
que los de la sangre o parentesco. 

Cumplir la voluntad de Dios 
es reconocerlo como Padre 
y dar a cada persona el mismo valor 
que Él le concede.

En torno a él, 
el Espíritu va reuniendo una nueva familia. 
Independiente de la raza o del pueblo que sean, 
de la religión que practiquen, 
Jesús a todos se acerca 
para llamarlos hermano y hermana, madre.  

Como creyente, como seguidores de Jesús:
Somos una familia nacida de la gracia de Dios.
Somos una familia nacida del Evangelio.

Somos la  nueva familia nacida no de la carne y la sangre.
Somos  la nueva familia nacida de la Palabra de Dios.
Somos  la nueva familia nacida de la nueva criatura.
Somos  la nueva familia nacida del Espíritu.


La presencia del Espíritu pone música 
a nuestro caminar difícil con Jesús.   
  - Te agradecemos, Señor Jesús, 
por considerarnos de tu misma familia.

Haznos crecer en la fraternidad entre nosotros.

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