Un cristianismo que cambia el mundo y lo hace más humano





“Cuando ayunes, perfúmate la cabeza 
y lávate la cara”(Mt 6,17)    


El jubileo de la misericordia 
“es un tiempo extraordinario de gracia” (MV 5).

“Es fuente de alegría, de serenidad y de paz” (MV 5).  

Los caminos que regala el Espíritu son gratuitos 
y aparecen con un cierto aire de anonimato. 
Nacen en lo escondido. 
Pero todos perciben su perfume.  
Limpia tus gestos con la verdad, 
deja que el aire fresco del Espíritu 
purifique tus actitudes. 
No pretendas ser más ni menos de lo que eres. 
Asómbrate de estar con Quien te ama. 
  

Mostrarse sencillo 
y sonriente es el arte supremo del mundo. 
Gestos sencillos, 
palabras de verdad son el mejor perfume 
para embellecernos unos a otros.  

Saber que tú nos miras, nos basta. 
Libéranos, Señor, de la búsqueda del aplauso. 

Tu religión es tu vida, hecha generosidad (limosna), 
deseo que agrada a Dios (oración), austeridad (ayuno)


En esto consiste el cristianismo que quiere Jesús.
Un cristianismo que pasa inadvertido, 
pero que es la fuerza que cambia el mundo 
y lo hace más humano.

 
 

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