la unión entre los amigos de Jesús.



"Que todos sean uno" 
(Jn 17,21)    


La oración de Jesús abarca 
a todos los creyentes de todas las épocas.

Pide la fraternidad entre nosotros 
y la comunión con Cristo y con el Padre: 
la primera debe ser signo visible de la segunda, 
y el primer y más importante testimonio 
que los cristianos debemos dar.

A lo largo de la plegaria se va expresando 
la plena identificación de Cristo con nosotros, 
sus hermanos y hermanas: 
«...que ellos también lo sean en nosotros... 
y los has amado como me has amado a mí».

- ¡Gracias, Señor Jesús, 
por la dignidad con que nos tratas 
y oras por nosotros! 
¡Ayúdanos a no decepcionarte! 


El Espíritu realiza la unión entre los amigos de Jesús. 
Con creatividad y belleza 
enseña el lenguaje de la comunión, 
del respeto y del cariño.                           
Acércate, habla con la gente. 
Colabora con otros para llevar algo a cabo. 
Haz tuyos los dolores y gozos de los que te rodean. 
Ora y evangeliza en grupo. 
Sé iglesia. 

Jesús, con mi mano abierta, 
quiero acoger de todos tu regalo.
Jesús, con mi mano ofrecida, 
quiero ofrecerles a todos tu sonrisa.   
 

“Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (LS 89).

“Creo que Francisco de Asís  es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad” (LS 10).   


Que todo sea uno. 


Es el desafío que nos propone el Espíritu. 
Es proteger nuestra casa común, 
unir a toda la familia humana 
en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, 
que requiere renovar el diálogo 
en el modo en el cual estamos construyendo
 el futuro de nuestro planeta.


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