Podemos ir al Padre en unión con Jesús.




"Si pedís algo al Padre 
en mi nombre, os lo dará" 
(Jn 16,23)   


Jesús hace ante los discípulos una declaración solemne:
Tienen pleno acceso al Padre, cuya paternidad y maternidad los abraza. Podemos ir al Padre en unión con Jesús. No es Jesús un mediador que distancie del Padre, al contrario nos lleva siempre hasta él. Subraya la eficacia de la petición, siempre que estemos unidos a su obra, a su tarea por el reino. 


“Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer… Miren lo que ha hecho conmigo, que primero me cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias. No nos cansemos nosotros de recibir” (Sta Teresa, Vida 19,15).


Pedir al Padre y relacionarse con él «en nombre» de Jesús equivale a estar en plena comunión con él, vivir como hijas e hijos en el Hijo. Y pedir lo mismo que pedía Jesús: lo tenemos expresado en el Padrenuestro. Sobre todo, la oración debe ser entrar en la corriente de amor que nace del Padre y que él desea que llegue a todos y a todo lo creado.

- Gracias, Padre, porque nos amas y somos fruto de tu amor. ¡Que nuestra vida dé testimonio de ello!


 “Dar gracias a Dios antes y después de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con profundidad… refuerza la solidaridad con los más necesitados” (LS 227)   


Pedimos tres cosas que van en la misma dirección: fuerza para combatir la pobreza, atrevimiento para devolver la dignidad a los excluidos, ánimo para cuidar la naturaleza.

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