¿Dónde está, Muerte, tu victoria?



¡El Señor de la vida!
Hermoso título para un amante de la vida.
Pero ¿quién eras tú para parar el féretro?
Detuviste la muerte del difunto
y la agonía de la viuda, muerte en vida.
Frenaste a los señores de la muerte,
pájaros carroñeros que caerían
verticalmente sobre aquella pobre
indefensa mujer.
¿Quién eras tú para tamaño atrevimiento?
La compasión te trajo autoridad.
Y allá mismo se entabló el combate
entre dos muertes y dos vidas;
entre la ley que nunca tiene entrañas
y la misericordia que siempre ve salidas,
aunque la puerta de salida fuera
la de quedarse impuro,
gritándole a la muerte que se hundiera
y al joven que se alzara.
La débil compasión venció a la altiva muerte,
preludio de la gran victoria universal
sobre la muerte
del Señor de la vida.
¿Dónde está, Muerte, tu victoria?




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