Testigos de tu amor, Señor.





“Al entrar en una casa, saludad” 
(Mt 10,12).   

La misión de los apóstoles, como la nuestra 
y la de toda la Iglesia, 
es participación en la de Jesucristo, 
recibida como don gratuito. 
Por eso hay que agradecerlo 
y ofrecerlo con generosidad. 
Es una propuesta que conduce a la paz 
y plenitud de vida.  
- Haznos, Señor, 
testigos de tu amor generoso 
y gratuito para con todos.

Jesús invita a proclamar el reino, 
a dar gratuitamente lo que se recibe. 
Nada ha de quedarse entre las manos. 
Toda casa, todo pueblo, toda calle, toda persona, 
necesitan cada mañana el saludo de la paz. 
Cultiva el saludo con los que te rodean. 
El saludo nos hace hermanos.   

Salúdame con tu alegría, Señor. 
Visítame con tu salvación.
Que María nos enseñe a anunciar el Evangelio desprendidos de todo y apoyados en el Señor.  

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