Toma tu cruz





“El que pierda su vida por mí, la encontrará” 
(Mt 16,25)

Prosigue la instrucción iniciada ayer sobre qué significa para Jesús ser Mesías; y para nosotros ser discípulos.
Jesús se da cuenta de que muchos le siguen por interés, por las curaciones, porque es alimenta el hambre de sus estómagos, sin embargo, pocos quieren seguir el nuevo estilo de vida que él propone.

Y nosotros ¿por qué seguimos a Jesús?
¿Por qué rezamos?
¿Qué le dices a Jesús?

Jesús empieza diciendo que quien quiera "irse con él" o "estar con él", tiene que "seguirle", "seguir" a Jesús, asumiendo su forma de vida y sus costumbres.
"Solo siguiendo a Cristo saben  los cristianos a quién se han confiado".
Los discípulos de Jesús se enteraron de quién es Jesús y de lo que quiere Jesús compartiendo la vida con Jesús.

Dar la vida, tomar la cruz.
Éste es el nuevo estilo de vida que nos plantea Jesús.
Hace 2000 años este camino parecería difícil de recorrer.
A nosotros, instalados en la sociedad del confort, se nos antoja casi imposible.   

"Señor, ¿cómo debo dar la vida y tomar la cruz?"
"Dame la fuerza de tu Espíritu y de los hermanos para seguir tu camino"

¿Dar la vida?
¿Tomar la cruz? 
¿Para qué?
¿Por capricho?
 ¿Para machacarnos?
 No.
Cristo dio la vida para que todos tuviéramos más vida, 
para recuperarla multiplicada.
Cristo tomó la cruz para que todos pudiésemos 
gozar de la resurrección.

"Gracias Jesús por dar la vida, para que tengamos vida"
"Gracias por las personas que siguen tu ejemplo"
"Ayúdanos a creer y a experimentar 
que sólo vivimos cuando damos la vida"

Se trata de descubrir el valor que damos a la propia vida.
La vida vale en la medida en que la ponemos al servicio de los demás, sin miedo de perderla o de ser demasiado generosos.
El modelo es el propio Jesús.
Salvar la vida es perder el miedo de arriesgarse cada día a vivir como él vivió, siguiendo la invitación a ser sus seguidores.

- Gracias, Señor Jesús, 
por invitarnos a ir en pos de ti.
¡Ayúdanos a ser más semejantes a ti!

El que sigue a Jesús nunca está solo. 
El que sigue a Jesús se encuentra con su mirada.
El que le hace sitio en su corazón ve cómo se le ensancha la alegría.
Tiene sentido tu búsqueda de Jesús, tiene sentido tu vida entregada al servicio del Evangelio, tienen sentidos las semillas sembradas cada día en el surco de la comunidad cristiana.
Me cuesta perder.
Me duele perder.
Quiero hacerlo contigo, Señor.
Hazme un sitio en tu grupo de amigos, Señor.


¿Quién dijo que ser cristiano era fácil y era de débiles?
El que quiera puede hacer la prueba y luego que nos lo cuente.
No busquemos el camino de lo fácil que no lleva a ninguna parte.

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