El Señor está cerca


Id y anunciad lo que habéis visto y oído” 
(Mt 11,4).   
 
Lo visto y oído junto a Jesús, eso es lo que hay que anunciar, eso es lo que el mundo está esperando. ¿Sabe mi corazón que no es lo miso la vida sin Él?  

“La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras… la iniciativa es de Dios” (EG 12).

Señor, Tú eres más fiel a mí que yo mismo, Tú eres justo con todos,
y nos impulsas a trabajar para que haya de todo y para todos.
Tú nos abres los ojos, cuando no queremos ver.
Tú estás atento a todo el que tiene la más mínima necesidad:
al huérfano, a la viuda, al depresivo, al enfermo, al inmigrante, al diferente,
al solitario, al hambriento, al cansado y a todos tus hijos.
 

Oye, Señor
Danos paciencia:
hasta que el mundo se llene de tu presencia,
hasta que nos amemos,
hasta que veamos las cosas claras,
hasta que oigamos todas las voces,
hasta que renazca lo mejor de cada uno,
hasta que hagas brotar el amor más puro,
hasta que muera en nosotros toda malicia,
hasta que ayudemos al otro a ser,
hasta que no compitamos unos con otros,
hasta que la ilusión y la paz triunfen,
hasta que el hombre no sea enemigo del hombre.
Mantennos firmes, Señor, y sin quejas,
contentos y satisfechos con lo que somos,
sin ansiar tener más cosas,
sólo deseando compartir con el hermano
todo don que nos ha sido dado
y que se necesita para hacer tu reino.
Sé para nosotros
un estímulo del respeto a la diferencia,
un impulso a darse del todo, sin esperar nada,
una emoción que nos embarga e ilusiona
y llena de sentido nuestra vida.
Tú eres la luz que espera el mundo.

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