Danos locos




“Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo,
 porque decían que no estaba en sus cabales” 
(Mc 3,21)


La familia es fundamental en el transcurso de nuestra vida. 
También lo fue en la vida de Jesús. 
Hoy puede parecer que es un estorbo para la misión. 
La familia teme por su vida. 
Los fariseos ya hablan de eliminarlo.  
Al afirmar que no está en sus cabales, intentan quitarle a Jesús responsabilidad y cargársela ellos
Acciones fruto del cariño. 
Más que entorpecer ayudan a Jesús a reafirmarse y a recordar que, pase lo que pase, tiene una cama y un plató caliente en casa.
- Señor, gracias por mis padres y por mi familia.


Jesús ha venido a hacer presente el amor loco de Dios por la humanidad, y lo ha hecho escondiendo su divinidad en el servicio a los últimos, arriesgando hasta el máximo en el anonadamiento. 
No es de extrañar que lo tengan por loco. 
Recuerda las locuras que has hecho en la vida por amor a Jesús.
¿Alguna vez te han llamado loco por ser amigo de Jesús?

Se ríen de mí cuando me ven contigo, Jesús. 
Me dicen que es de locos seguirte en estos tiempos. 
Yo callo y sigo contigo. 
Yo callo y te quiero. 

¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos,
chiflados,
apasionados,
personas capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que no utilicen
sus capacidades en su provecho.

Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que sufren,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.

Danos locos, Señor, danos locos.
y contágiame tu locura.
 

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