Mirar con los ojos de la fe



“Le trajeron un ciego pidiéndole que lo tocase” 
(Mc 8,22) 


El Señor, 
como humilde servidor, 
escucha la súplica del ciego 
y le devuelve la vista


Toda conversión y todo cambio supone un proceso de adaptación.

Aprender a mirar con los ojos de la fe no es tarea fácil.

Se confunde lo importante con lo que es meramente cultural.

Tener la humildad necesaria para llegar a ver es fundamental.

Necesitamos la compañía de Jesús.

Sentirle cerca y caminar al ritmo que él considera conveniente.

- Señor, enséñame el sendero de la vida.


Jesús propone un nuevo estilo de vivir como hermanos.

Pero los discípulos no entienden.

Están como ciegos. 
Jesús les abre los ojos, les toca con el cariño y la acogida. 


Jesús nos toma de la mano y nos trae sanación


Se acerca a nosotros para abrirnos los ojos 
y así poder entender su estilo de vivir y de caminar. 
Nos agarra de la mano para invitarnos 
a recorrer el camino de la liberación.

Jesús nos invita a dar prioridad en nuestro servicio 
a los más abandonados, a los niños, a los huérfanos, 
a las personas con menos posibles, a los ancianos solos.


La fe hace que  veamos al otro:
Como personas.
Como imágenes de Dios.
Como hijos de Dios.
Como hermanos unos de otros.
Como los ve el mismo Dios.


Señor: yo creo, pero sé que mi fe es pobre. 
Todavía los hombres me parecen raros.
Señor: yo creo, pero tú puedes ir clarificándola cada día.
Señor: yo creo, pero haz que mi fe sea más que mis posibles dudas.
Señor: pon la saliva de tu lengua en mis ojos y que pueda ver como tú ves.


Jesús, toca mis ojos para que aprenda 
a mirar la vida con la luz del Evangelio  
 

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