Amor y ternura





“¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados” 
(Mt 9,2)
 
Dios perdona con caricias, amor y ternura

Dios nos ha imaginado erguidos y llevando el timón de nuestra vida. 
El paralítico se ha dejado ayudar, pero hasta encontrarse con Jesús no ha hecho nada. 
Cuando la parálisis interior nos atenaza, no podemos dar un paso. Todos hemos cometido errores. 
Escuchar en el sacramento de la penitencia: «tus pecados quedan perdonados...» debería ser un impulso para seguir adelante.

- Señor, caminaré en tu presencia.

La fe que tenían los portadores del paralítico y el perdón de Jesús se encuentran. 
Del encuentro surge un nuevo comienzo para el paralítico. 
Pasa por tu corazón la situación de parálisis, de incapacidad para caminar y ser libres, que viven muchos pueblos de la tierra. 

Ilumíname, Señor. 
Ayúdame a encontrar un estilo de vida liberador.  

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