Jesús disipa los miedos y calma tempestades.





“¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!” 
(Mt 8,25)
 
El miedo es mal consejero.
Nos hace dudar de todo y de todos 
y, lo que es peor, nos hace dudar de Dios 
y de lo que afirmamos creer.
El miedo a lo que puede pasar 
nos hace perder de vista el presente y olvidar el pasado.
Los discípulos tienen a Jesús en la barca y creen perecer.
¿Cuántas veces nosotros hemos dejado de hacer 
o hemos hecho cosas por puro miedo?
Jesús se sube a la barca de la vida cotidiana.
No se queda cómodamente en la orilla.
Y su presencia disipa los miedos y calma tempestades.
El antídoto del miedo es el amor y la confianza.
La humildad, el camino para encontrar la verdadera alegría.
Poner la vida en manos de Dios. - Señor, voy contigo por la vida.
Vamos juntos en la misma barca.

Aunque aparezca muy oscuro el horizonte de la humanidad, 
la Iglesia celebra el triunfo y la alegría pascual.
Si un viento contrario obstaculiza el camino de los pueblos, 
si se hace borrascoso el mar de la historia, 
¡que nadie ceda al desaliento y a la desconfianza!
 Cristo ha resucitado. 

Tú eres, Jesús, el pan de la salvación.
Tú eres, Jesús, el pan de los pobres.
Tú eres, Jesús, el alimento de todos los peregrinos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Colaborar con el Señor

Gracias, Señor.