Dios es misericordia sin límite.


“Jesús, tocando al enfermo, 
lo curó y lo despidió"
(Lc 14, 4).

En el marco de una comida, y un día de sábado, Jesús realiza una curación, porque ha venido para derrochar misericordia y liberación. 
Jesús te invita a orar.
 A acercarte a Él, a escucharle y tu fe le arrancará esa fuerza sanadora. 

Ninguna ley tiene más peso que el amor.
Nada más fuerza que la ternura.
No hay culpa donde brota compasión.
Dios es misericordia sin límite.
Jesús nos enseña que hay algo más fuerte que la Ley: la caridad. 
No va contra la Ley, pero sabe que puede ser utilizada para justificar el prejuicio contra el prójimo. 
Actualmente no lo hacemos con la Ley de Moisés. 
Hablamos de derechos, intereses... sin amor se contaminan los más bellos ideales.

- Señor, que evite la discordia y el juicio fácil.

Señor, tú llamas a todos a tu mesa, nos acercamos...
¿Tenemos suficiente fe para que tu fuerza nos cure? 

Jesús, Señor, hermano, amigo,
quiero arriesgar mi vida por amar, por servir, por liberar,
arriesgar contigo, siguiendo tu Evangelio.

No quiero ser conformista ni dejarme conducir

por criterios egoístas.
Quiero jugarme entero por la limpieza del alma,
por el amor verdadero,
por esa santa belleza del universo creado,
que nos confiaste a todos para su cuidado.
Y quiero ser caminante, peregrino,
creador humilde, criatura inteligente.

Escojo ir de la mano con los pobres de la tierra,

luchando por la justicia, por la paz de un mundo nuevo.
Te pido, Señor, tu Espíritu, soplo de tu alegría,
presencia de tu amor y fuente de mi energía,
Y la ayuda de tu Madre María,
mujer de esperanza, servidora creyente.
Amén.


Hoy celebramos a San Martín de Porres.
Martín, nacido en Lima en 1579, entra como hermano lego en el convento de los dominicos del Rosario. 
Es muy popular en su ciudad por el don que tiene de conciliar matrimonios, resolver pleitos, aconsejar al virrey o al obispo en cuestiones delicadas... y en resumen, para encontrar soluciones a los conflictos más diversos.

Es posible que en el Convento dominico hubiese grandes intelectuales.
Pero solo nos ha quedado la memoria del “del santo del amor y de los pobres”.
Es posible que aquellas ideas se las haya llevado el viento.
Pero la sencillez con los sencillos, sigue teniendo actualidad.

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