Hemos visto al Señor




“Así está escrito: el Mesías padecerá 
y resucitará de entre los muertos al tercer día”.
(Lc 24, 35-48)


Seguimos celebrando con alegría el Tiempo Pascual.
En nuestra alegría y servicio a los demás se transparenta que es Pascua de Resurrección.
 Jesús Resucitado se hace presente entre los primeros discípulos y les da su paz. 
“Paz a vosotros.”
Esa paz del corazón.
Paz que es presencia y todo lo llena.
Paz que, en el dolor, consuela y serena.
Esa paz.

A ellos se les va abriendo la mente al partir el pan y al ver las llagas de sus manos. 


De este modo pasan a ser testigos de lo que han visto y oído. 

Reciben así una nueva identidad, ser creyentes, y una misión, contar y narrar sus vivencias de Jesús y su nueva presencia en medio de ellos. 
Esta experiencia de la Resurrección, es lo fundamental de la comunidad cristiana, y que se hace presente en la Eucaristía, escuchando su Palabra y comiendo su Pan. 



Dios Padre, danos entendimiento para comprender lo que dicen las Escrituras de nuestra vida.
Cuando sufrimos, la Escritura nos recuerda que compartes nuestro dolor y nos das tu consuelo.
Cuando no sabemos qué hacer, la Escritura nos dice que Jesús es el camino, la verdad y la vida.
Cuando nuestro corazón se llena de alegría, la Escritura nos recuerda que Tú ríes con nosotros.
Cuando nos cansamos de trabajar, de hacer el bien, la Escritura nos anima a seguir, apoyados en Ti.
Cuando nos equivocamos y pecamos, la Escritura disipa nuestro orgullo y nos ayuda a pedir y a recibir tu perdón.
Cuando no vemos el fruto de nuestro esfuerzo, la Escritura nos recuerda todas las semillas algún día darán el treinta, el sesenta o el ciento por uno.
Cuando nos sentimos satisfechos de lo realizado, la Escritura nos recuerda que hemos hecho lo que debíamos hacer.
Cuando nos creemos mejores que los demás, la Escritura nos recuerda que, si estamos libres de pecado, tiremos la primera piedra.
Cuando nos sentimos solos y despreciados, la Escritura nos recuerda que somos preciosos a tus ojos y que, aunque nuestra madre nos olvide, Tú jamás nos olvidarás.
Cuando nos faltan los ánimos, la Escritura nos recuerda que hemos recibido al Espíritu Santo. Él es nuestra fuerza, nuestro defensor, nuestro guía.

Cuando vivimos encerrados en nuestro egoísmo, la Escritura nos dice que Tú nos esperas en los enfermos, los pobres, los pequeños, los indefensos.
Cuando nos critican por buscar la verdad y la justicia, la Escritura nos recuerda que lo mismo les ocurrió a los verdaderos profetas y a Jesús.
Cuando la cruz y la muerte nos acechen, la Escritura nos recuerda que tu amor es más fuerte que el sufrimiento y que nos preparas una vida eternamente feliz en tu casa del cielo.


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